Muchos entusiastas de una buena hamburguesa suelen rechazar una carne bien hecha, prefirieron un filete más bien jugoso y suave. Del mismo modo que, por ejemplo, los aficionados al sushi no se lo piensan dos veces antes de comer pescado crudo. Sin embargo, aunque hoy día es común comer ciertas carnes crudas en algunas preparaciones populares, ¿te has preguntado en alguna ocasión si puede ser un riesgo para la salud?.
Se sabe que comer carne cruda o poco cocinada es un riesgo para la salud, convirtiéndose en una práctica ciertamente peligrosa. ¿Por qué? Existe la posibilidad de que bacterias como la E. coli o la Salmonella se encuentren en los envases de solomillo o de pollo.
Si bien es cierto que las empresas de producción de alimentos tienen procesos seguros con el fin de mantener limpias tanto sus instalaciones como los alimentos que procesan, las bacterias pueden transferirse fácilmente en cualquier momento del proceso de producción, e incluso posteriormente, durante el transporte o incluso durante su conservación en el supermercado.
De hecho, muchas personas creen, de forma totalmente errónea, que la carne de pollo es la única carne cruda insegura. Y aunque es cierto que la carne procedente de ave de corral es más probable que contengan salmonella, la carne de cerdo y de res presenta un mayor riesgo de portar E. Coli. Y cuando una persona se intoxica con alguna de estas bacterias experimenta síntomas muy molestos y desagradables, como diarrea con sangre, calambres estomacales y vómitos durante más de una semana.
¿Por qué es arriesgado comer carne cruda?
Como manifiestan muchos expertos, comer carne cruda nunca es segura. Incluso aunque se trate del popular steak tartar, un plato conocido y muy consumido cuyo ingrediente principal es el solomillo de ternera picado y crudo (aderezado con pepinillos, cebolleta, alcaparras y especias) y una yema de huevo cruda (para más INRI), y la carne cruda haya estado bien conservada y esté perfectamente fresca, desconocemos si el establecimiento donde lo pedimos ha comprado la carne fresca o congelada.
El problema en este tipo de platos, por ejemplo, lo encontramos con aquellos trozos de carne que han sido comprados congelados, ya que se forman cristales de hielo que estropean su textura y que luego, al momento de descongelarla, favorece la proliferación de bacterias.
Por ejemplo, si matamos a un animal inmediatamente y consumimos su carne sin almacenarla, probablemente no nos enfermaríamos. Pero esto no ocurre en la mayoría de los casos: en las modernas plantas procesadoras de carne, ésta puede contaminarse fácilmente con materia fecal del desventurado animal. De la misma manera que ocurre con los huevos en las granjas industriales.
Por tanto, si la carne está contaminada con bacterias y no la cocinamos debidamente a la temperatura suficiente como para destruirlas por completo, éstas terminarán pasando a nuestro organismo, generándonos una terrible infección alimentaria.
Además, tampoco debemos olvidarnos de algo fundamental: la carne bien cocinada será más fácil de digerir que la carne cruda, no porque hayamos desarrollado a lo largo de nuestra evolución la capacidad de consumir únicamente alimentos cocinados, sino porque en realidad hemos evolucionado como omnívoros, y no como carnívoros.
Entonces, ¿cuál es la forma más segura de comer carne cruda?
Algunas personas pueden seguir pensando que un bistec jugoso y poco hecho vale tanto la pena como para correr el riesgo. Si es así, entonces lo más aconsejable es optar por restaurantes que tengan una buena reputación. En este sentido, no vale la pena arriesgarse y comer en cualquier sitio.
No obstante, lo mejor siempre es consumir la carne bien cocida, independientemente de que sea carne de res, hamburguesa, solomillo o en definitiva cualquier preparación.
Y si te apasionan los huevos tanto como a nosotros, descubre más sobre nuestro artículo Cuidados básicos al cocinar con nuevos.